En mi reciente viaje por el oriente del país, específicamente a la ciudad de Cumaná, cuna de grandes poetas, tuve la ocasión de hacerme acompañar por una joya de lo que se consideraría la novela histórica venezolana. Se trata de Falke, un golazo por el medio de nuestro genio local Federico Vegas. Por distintas razones no concluí la lectura durante mi propio viaje a Cumaná, pues la maravillosa hospitalidad oriental puede servir de distracción, con sus hermosas mujeres tostadas por el sol, sus hombres laboriosos y su comida con sabor a sal del mar Caribe. De regreso a mi hogar, finalmente terminé la novela y tengo que decir que su anécdota y su estilo literario son para quitarse el sombrero. La historia del barco en el que unos valerosos venezolanos intentaron liberar al país por medio de una invasión que casualmente tendría lugar en Cumaná es como un símbolo de la lucha que todo pueblo debe mantener para lograr la democracia. En estos tiempos de zozobra y de miedos, ese relato épico que involucra justamente a un familiar del maestro Vegas y a sus compañeros de generación es como una lección de dignidad y de valentía. Por esa razón les informo a mis amables lectores que el sumergirse en esta obra de arte los va a satisfacer tanto desde el punto de vista estético por su espléndida escritura poética y narrativa, como desde el punto de vista moral. Nuestra mancillada Venezuela debería agradecer enormemente esta confrontación con lo mejor que ha dado esta tierra de gracia. Falke demuestra lo que es ser un venezolano de pura sepa, alguien determinado como el personaje Rafael Vegas y sus amigos de expedición a conseguir para su patria la ansiada libertad. Esa maravillosa condición la ha heredado Federico Vegas, como era de esperarse, un espíritu lleno del fuego de la creación y de la convivencia civilizada. Para los humildes lectores de nuestra literatura venezolana ese ejemplo debe convertirse en estandarte de lucha continua por los que son nuestros verdaderos valores criollos.
Por todas estas características de hermosa venezolanidad, desde este recodo le envío mis respetos y toda mi admiración al maestro Federico Vegas y a su aleccionadora prosapia. ¡Gracias por tantas letras y luces!